domingo, 8 de junio de 2008

Higa iluminado


–¿Cuál es la línea argumental de la novela?
–Katzuo Nakamatsu, admirando los sakuras del Parque de la Exposición, tiene una pulsión de muerte. Es conciente que morirá. Así, arranca un proceso que va a transtornar su vida. Pierde su trabajo y se queda solo, con sus paseos en el parque, en El Porvenir. Escucha ruidos de pájaros, y cree sentir selvas frondosas, el olor de riachuelos y de maleza. Katzuo no sabe si es real o no, duda, hasta que un amigo le confirma: se está volviendo loco, que la locura y la muerte son exactamente iguales.

–¿Son iguales?
–Para los marginados como Nakamatsu, la soledad, el absurdo, la locura, la muerte, los rencores y los odios, aparecen como una continuidad; en ese sentido posee todos los complejos del excluido social, frente a miedos y carencias. La decisión de Katzuo es enfrentar su destino con dignidad y en su desvarío quiere rendir homenaje a Martín Adán y Etsuko Untén.

–¿Por qué has empleado esa estructura?
–Es lineal, secuencial, narra el desplazamiento físico de Nakamatsu, otra de sus locuras es caminar. Así planteadas las secuencias, Katzuo en su vagabundaje gira hacia lugares sórdidos, va al encuentro de homosexuales, prostitutas de la Plaza Manco Cápac, de los descarriados. Es el periplo a las profundidades de la noche, y en cada situación, observa concentrado, sin movimientos, tal como lo hacía Martín Adán.

–Hay una voz del pasado, algo que flota.
–Sí, es una voz que lo atormenta en su locura. Es la voz de una antigua niséi, rencorosa que cuenta como fuimos expoliados y discriminados los japoneses, el calor de la contienda en la segunda guerra, solos, en el Perú, y allí está la historia de Etsuko Untén, un japonés enfrentando su solitaria guerra propia en Lima.

–¿Por qué precisamente iluminación?
–En su última etapa, Katzuo es un vagabundo por detrás de la Parada, el cerro El Pino y El Agustino. Una tarde se encuentra con la hermosura de un adolescente, y gritando estupefacto exclama: "La belleza existe". Ahí entiende que todas sus contradicciones se han resuelto. Comprende que aun entre marginados, en el Agustino, también se da la belleza, la imaginación y la razón. Es posible creer en estas condiciones, con los miles de emprendedores, forjando la fe y la esperanza.

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